En cualquier edificio actual se utilizan dos tipos de aislamiento principalmente, el térmico, para aislar el edificio de los rigores de la temperatura exterior y el hidrófugo para aislar el edificio de la humedad.
El aislamiento y el diseño térmico pueden reducir de forma considerable las pérdidas de calor del edificio. La demanda de energía para calefacción/aire acondicionado en edificios existentes se puede reducir del 30 al 50% mediante modificaciones en comparación con la media actual. En edificios nuevos se puede reducir del 90 al 95% utilizando tecnología y diseño, y especificando los niveles de aislamiento proporcionando al edificio los elementos necesarios para mantener en el mismo una temperatura confortable y manteniendo los espacios interiores a una temperatura agradable.
El aislamiento hidrófugo actúa como barrera contra la humedad para evitar su ingreso o filtración por los distintos elementos constitutivos de un edificio, incluyendo cimentaciones, cerramientos exteriores, cubiertas, ventanas y puertas.
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